CARTA ABIERTA A UN EURODIPUTADO.-


Carta abierta a un eurodiputado por Víctor Rodríguez Cedeño

Simplemente deplorables las declaraciones del vicepresidente del Parlamento Europeo en relación con la situación en Venezuela. El europarlamentario europeo socialista español Miguel Ángel Martínez desconoce deliberadamente la realidad nacional y actúa en función de intereses perversos indescifrables. El señor Martínez declaró que “El esfuerzo que realiza el Gobierno de Hugo Chávez por garantizar la salud y vida de la población (…) es una contribución determinante para el progreso de la sociedad.” Una apreciación sin fundamento y sesgada, indigna de un representante europeo.
El visitante afirmó, sin vergüenza, que en Venezuela “hay plena libertad de expresión” y que en Europa “todo lo que se refiere a Venezuela no se ajusta a la realidad o está sacado de sus proporciones”. El parlamentario europeo no cree en los atentados contra la libertad de prensa. Desconoce interesadamente no sólo los ataques y amenazas a los medios libres, sino la creación de un verdadero monopolio de la información apreciable sin mayores dificultades en las condenables alocuciones presidenciales y en la red nacional de emisoras, instrumento de difusión y propaganda de la “revolución” bolivariana, muestra del totalitarismo que caracteriza al regimen. Más grave todavía, el visitante no hizo referencia a realidades muy claras como la reclusión de decenas de presos políticos en el país, de procesos judiciales politizados, de una discriminación y una persecución política repudiables, en las que se funda un clima de confrontación, hoy al “rojo” vivo .
Lamentablemente, para la institución europea y para España, el eurodiputado mostró estar desinformado o ser simplemente otro invitado especial, como el cineasta Stone o el actor Sheene o simplemente reflejó ciertas debilidades, muy próximas a la estupidez. El señor Martínez no tiene la menor idea de lo que sucede en Venezuela o se hace el desentendido. Dentro de un auto con guardaespaldas, llevado de aquí para allá, como en La Habana en otras épocas, cuando querían mostrar los “éxitos” de la revolución, el eurodiputado se pasea por Caracas y recibe información “objetiva” de sus anfitriones.
El eurodiputado Martínez, afortunadamente, estaría hablando en nombre propio y no en representación del Parlamento Europeo, mucho menos aun, del pueblo europeo que hoy representa por circunstancias electorales. Sus declaraciones serian reprobadas por la mayoría, si no por la totalidad de los eurodiputados, demócratas, serios y responsables.
Los socialistas y europeos verían con agrado que el señor Martínez proponga algunas iniciativas que recojan el “espíritu” de los “avances” revolucionarios bolivarianos, en Venezuela. Comenzaría quizás el eurodiputado proponiendo el cierre de los medios de comunicación. Emisoras de radio y television que no comparten las políticas oficiales, bolivarianas y disparatadas en Venezuela; socialistas y erradas, en España. Una propuesta similar llevaría a la creación de 600 radios y emisoras comunales, en donde se repetirían las “verdades” del Gobierno de Zapatero, los éxitos de Moratinos en sus políticas con Cuba, Bielorrusia o Zimbabwe, que se retransmitirían en “democráticas” cadenas, similares a las de Chávez, con las que tortura a los venezolanos cada dos o tres días, por horas.
Podría también sugerir el limitado eurodiputado al Gobierno de Zapatero y a los españoles, las políticas energéticas, sobre todo las relacionadas con el servicio eléctrico que ha sido tan “exitosa” en Venezuela. España recibiría con gran entusiasmo los recortes eléctricos en los centros y zonas comerciales del país, especialmente en las mayoritariamente habitadas por los “oligarcas” y “escuálidos” del PP. Imaginemos a los españoles celebrando la oscuridad en el centro de Madrid, de Barcelona, de Bilbao, a favor de la “revolucion”. Más grande seria tal osadía a nivel europeo.
El europarlamentario socialista propondía también copiar el modelo de policía nacional bolivariana, creada para defender al “pueblo” mas no a la “oligarquía”, para que en España se reproduzcan las 12 mil muertes violentas anuales ocurridas en Venezuela desde que llegó el gobierno revolucionario de Hugo Chávez, matanza en la que se ha comprobado la participación de efectivos policiales, nunca enjuiciados ni castigados por sus actos. Los españoles y europeos estarían orgullosos de ver a su dirigencia “agarrar por los cachos” el problema de la inseguridad.
Podría también el eurodiputado Martínez proponer eliminar el “concepto arcáico” de la separación de poderes para que todas las instituciones giren alrededor del Ejecutivo, Zapatero al frente. Someter al Parlamento y al Poder Judicial a los deseos de Zapatero podría ser bien aceptado en España. Adelante diputado y vaya más allá, Europa necesita una propuesta de esta naturaleza. Sera fácil convencerles de las bondades de la supresión de la separación de poderes y de una nueva concepción de la democracia “participativa” y “protagónica” concebida en Caracas.
También podría sugerir a Zapatero, distinguido eurodiputado, que someta el Banco Central al Ejecutivo y que revise su política monetaria, que controle las divisas, mantenga tasas de cambio múltiples para favorecer a algunos y que ningún Contralor pueda revisar las cuentas del Estado. Eso sería muy bien recibido en la comunidad europea, señor eurodiputado. La transparencia es también un principio superado por las prácticas bolivarianas.
Sería también muy interesante que el señor Martínez propusiera llevar a España 15 mil médicos de Bielorrusia y de Zimbabwe, profesionales graduados en tres años, para que trabajen en los barrios marginales de Madrid, de Barcelona e incluso más allá, en la zona europea, en Marsella, Berlín, París. Los europeos estarán muy contentos y agradecidos por una propuesta en este sentido. Aceptar los títulos de tales potencias médicas sería una buena política europea, enteramente compatible con sus políticas migratorias.
No podría dejar de proponer el señor Martínez, por supuesto, que se expropien las industrias y los comercios de aquellos que no están con el Gobierno de Zapatero, quizás, aquellas empresas en manos de simpatizantes y militantes del PP o de otras fuerzas políticas “disidentes”. Una medida que podría ser aceptada por su eficiencia y plena concordancia con el respeto de los derechos humanos, en toda Europa. Enhorabuena, señor eurodiputado.
Desde luego, no podría obviar la proposición de una ley para arrestar a los jueces que sentencien en contra de los vinculados al poder que delinquen o en favor de inocentes que se oponen al desastre revolucionario en Venezuela. La Corte de Estrasburgo podría tomar en cuenta esta iniciativa venezolana para proceder a la reorganización del poder judicial. No se detenga, señor eurodiputado. Una iniciativa extraordinaria.
Imposible dejar de proponer la reestructuración del ente electoral español, como también, del europeo, para que, integrado exclusivamente por los partidarios de Zapatero, en España; y, por los socialistas, en Europa, puedan controlar a su favor las elecciones nacionales y regionales. Ello vendría acompañado, para su mayor éxito, de directrices para impedir la verificación de los resultados electorales y la supervisión por entidades nacionales y extranjeras que garanticen la honestidad en el proceso. Tampoco es necesaria, eurodiputado, la una vez necesaria transparencia. Plantee la supresión de toda referencia a ese viejo concepto en el sistema electoral español y europeo. Una iniciativa que le consagraría como demócrata y respetuoso de las libertades fundamentales.
Finalmente, podría señor Martínez, aconsejar a Zapatero y a los europeos, la estructuración de una política de persecución y de terror, a través de groseras amenazas publicas de sus dirigentes. Perseguir la disidencia, encarcelarla, será bien recibido por los españoles y los europeos, de ello no puede haber dudas.
Pero, a pesar de sus “honestas” declaraciones en Caracas, veo difícil que usted se exceda en sus pasiones e intereses y cometa tan garrafal error en su país y en Europa. Pero no importa, señor Martínez, sus apreciaciones interesadas no son relevantes aquí ni allá. Son hasta graciosas. Al fin, Venezuela es un pobre país rico del Sur que necesita comprar barcos de guerra, armas y trenes y ustedes piensan en nuestro bienestar suministrándole al regimen juguetes de todo tipo. Los venezolanos, señor eurodiputado, aquellos que recibieron a los españoles y otros europeos cuando la miseria les agobiaba, después de finalizada la II Guerra Mundial, producto, precisamente, de políticas similares a las que apoya usted con tanto entusiasmo, en un país distinto al suyo, evidentemente, somos ciudadanos de segunda clase, hoy sujetos a un sin número de vejámenes en sus puestos fronterizos.

por: Carlos Fernandez

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